Por el Rev. Marcos Antonio Ramos
Este martes 18 de octubre del 2011, a las 6.30 P.M., en la Casa Bacardí del Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de la Universidad de Miami, 1531 Brescia Avenue en Coral Gables, Herencia Cultural Cubana entregará el Premio “Herencia” al historiador Enrique Ros. Se hará también la presentación formal de su libro “Vicente García: El Incomprendido Mayor General Cubano” que comenté hace semanas.
El Premio será entregado por el Presidente de Herencia Cultural Cubana el doctor Luis Mejer Sarrá y por su Chairman el doctor Alberto Sánchez de Bustamante. La contribución de estos insignes cubanos a difundir nuestra cultura, y en el caso específico de Sánchez de Bustamante, a rescatar el patrimonio nacional, ameritarían un estudio en el que sería necesario añadir a varios notables y dedicados colaboradores suyos que han hecho posible la revista “Herencia”. Otro altísimo galardón que otorga Herencia Cultural Cubana, el Premio “Libertad”, fue otorgado recientemente al doctor Horacio Aguirre. Algunos prominentes cubanos han sido honrados con el Premio “Herencia” que ahora se otorga a don Enrique Ros, así como la condición de Miembro Emeritus de esa benemérita institución.
Pasando a la presentación del libro, el texto sobre el Mayor General Vicente García será presentado por figuras muy reconocidas. Ha sido seleccionado el doctor Horacio Aguirre, director de Diario Las Américas, ex presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa y miembro de la Academia Norteamericana Correspondiente de la Real Academia Española, entre muchas otras actividades y distinciones merecidas. También hará su presentación el doctor José Sánchez Boudy, antiguo Profesor de la Universidad de Carolina del Norte, autor de infinidad de libros que acreditan su labor como polígrafo que ha hecho su aporte a varios géneros literarios. Un historiador dedicado a las investigaciones históricas cubanas y que también tiene obra publicada, Antonio Calatayud, aportará su dedicación de muchísimos años al tema de las luchas por la independencia de Cuba.
Regresando al Premio Herencia, me corresponderá describir en el acto del martes la labor de Ros, considerada como un gran todo, aunque con algunas referencias al trabajo biográfico sobre el Mayor General Vicente García. Ya me había referido a algo que es descrito oportunamente en la introducción de Ros: “Muchos historiadores…han unido consistentemente el nombre del Mayor General Vicente García sólo al episodio de Lagunas de Varona y a la Sedición de Santa Rita sin mencionar su excelente hoja de servicios como militar, por muy pocos superado…Aunque algunas figuras distinguidas lo han recordado con el respeto que debía haber recibido…”
El Reverendo Martín Añorga, con esa minuciosidad y erudición que caracteriza a los clérigos presbiterianos y de tradición calvinista formados en Princeton nos ofreció en las páginas de Diario Las Américas una reseña maravillosa, muy díficil de superar, sobre este libro de Ros. Por lo tanto, aprovecho mi propio artículo simplemente para llamar la atención del lector sobre otro caudal de datos y un enfoque equilibrado sobre un aspecto de la vida y las luchas del Lugarteniente General Antonio Maceo, “El Titán de Bronce”, al que Ros, debido a la relación de Maceo con acontecimientos en la actuación de Vicente García, dedica parte del séptimo capítulo de la obra.
El título escogido por el autor para identificar ese capítulo es “El Maceo Desconocido para muchos, su duro ascenso y su discriminación”. En el recuento que hace Ros se destacan incidentes que son situados cronológicamente con un tremendo valor de convencimiento para probar lo que el autor llama “el largo y doloroso camino de Antonio Maceo para alcanzar el grado de Mayor General”.
Por ejemplo, según el orden utilizado por Ros, el 12 de octubre de 1868 ingresa Antonio Maceo como simple soldado en el Ejército Libertador. Ese mismo día participa en su primer combate. En un tipo de guerra en el cual se conceden ascensos por causas como prominencia personal, combate y número de reclutas que se llevan al campo de batalla, Maceo es ascendido a Teniente el 12 de noviembre de 1868, el 16 de enero de 1869 a Comandante y dos días después a Teniente Coronel. En el texto leemos; “Todos estos meritísimos ascensos bajo la presidencia de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria.” En 1872 pasaría de Teniente Coronel a Coronel. Céspedes lo asciende a General de Brigada el 8 de junio de 1873 ante su heroismo y heridas. Y gracias a Maceo se sumaron legiones a los mambises. Céspedes estuvo a la altura de eso con justicia y generosidad.
El 16 de mayo de 1873, tres años después de la destitución de Céspedes y del último ascenso recibido, Maceo escribe al entonces Presidente de la República en Armas: “El exponente, Ciudadano Presidente, supo hace algún tiempo, por personas de buena reputación y prestigio, que existe un pequeño círculo que propalaba haber manifestado al Gobierno no querer servir bajo las órdenes del que habla por pertenecer a la clase de color, y más tarde, por distinto conducto, he sabido han agregado no querer servir por serles contrario y poner miras en sobreponer los hombres de color a los hombres blancos” En esa fecha solo era Brigadier Asunto que con el tiempo sería superado, pero que no la mejor página aquella guerra.
Sería difícil explicar en un artículo situaciones profundas, que se comprenden en algo cuando se trata de la condición humana. Debo sañadir que en sesión de la Cámara de Representantes el 6 de mayo de 1877 se hizó pública la votación relativa al ascenso a Mayor General de Maceo, convertido ya en figura fundamental de la lucha. El representante Miguel Betancourt declaró en esa sesión que mientras Maceo había prestado servicios eminentes como militar y ciudadano, se le exigían pruebas para concederle un bien ganado ascenso mientras que a otros, sólo ocupados en la política y de conducta indisciplinada, se le otorgaban grados sin examinar sus antecedents negativos.
De la misma manera que todo eso se fue superando entre los cubanos y que Maceo llegó a ser Lugarteniente General del Ejército Libertador en la guerra de 1895, debe imitarse el ejemplo de Miguel Betancourt, y ahora de Ros, en sacar del relativo olvido y marginación a figuras que, como Vicente García superaron en valor, continuidad y desempeño, independientemente de errores ocasionales, a muchos otros a quienes se les ha dedicado enorme atención. Si quiere saber de todo eso le será indispensable leer el nuevo libro de Enrique Ros, un historiador que no oculta datos desagradables porque conoce perfectamente que la misión del historiador profesional no consiste en tal cosa. Por esa y muchísimas otras razones, Enrique Ros recibirá el martes el Premio Herencia y el reconocimiento de sus lectores. (FIN)
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